sábado, 25 de abril de 2009

Acuérdate de ti mismo (para variar)

Esto no es ni una cuestión de suerte. A mi no me hace reír. Es la versión triste de tu chiste favorito. Es como cuando tu me contabas que dudar era como un dado, que dependía del número en el que caía (y en el mío siempre salía el 5). Lo que pasa es que me estremezco cada vez que pasas por mi lado, y por alguna extraña razón tiemblo cuando vas a decir algo. Me das miedo. Como cuando me dices que me odias y yo me pongo a reír (que te pido que me abrazes como a ella y me hagas sonreír).

No puedo ni darme cuenta de cuando dices la verdad y cuando dices la menos verdad. La mía. Tampoco puedo darme cuenta de cuando te haces el orgulloso o de cuando cogerías una bicicleta y te irías lejos. Muy lejos. Tan lejos que yo nunca pudiera llegar (y nunca llegaría, no me gusta seguir a nadie). Me recuerdas a las notas de un violín, nunca las identifico. Ni siquiera sé cuantas cuerdas tiene un violín, pero tampoco me importa.

Tienes sabor a chocolate. Vuelas por encima de todos los demás, porque te gusta, te sientes más libre. Te sobras y te bastas. Te respiras a ti mismo. ¿Recuerdas cuando una chica dijo.. "yo nunca supe si el lo decía de verdad o lo hacía para verme sonreír" y tu me dijiste bajito "yo nunca te diría nada que no fuese verdad"? Hoy estoy así. Neutra. Como un cristal de muchos colores (donde solo quiero que te reflejes tú). Vale, hagamos un trato. Yo te bajo la luna y te la cuidas. ¿Es justo, verdad? (tan justo como tu y yo solos en un palacio en medio de Laponia).

domingo, 12 de abril de 2009

¡Ahhhhhhh!

Eres como una fórmula matemática. Difícil de aprender, pero fácil en la aplicación. Eres la inicial del país donde iría a vivir sin ninguna duda. Te odio. ¿Sabes? Según el diccionario, eres:

inseguro, -ra adj.

1 Que no está libre de peligro o daño: el puente viejo es muy inseguro. seguro.
2 Se aplica a la persona que tiene dudas sobre sí misma y su propia capacidad: es muy inseguro y siempre desconfía de sus propias posibilidades.
3 Que no puede ser asegurado o afirmado: la hora a la que pienso llegar es insegura.


Eres un juego sin acabar y yo me he cansado de intentar entender las normas. Puedes estar remando en circulos porque tu nunca te vas a atrever a girar los remos y ir en otra dirección. En dirección contraria. Yo mataría por cambiar de sentido. Voy a cambiar de barco.

Eres un color inapropiado, una lágrima de mentira, un coche estropeado. Eres una carretera abandonada, un teléfono que comunica, una ave con la ala rota. Eres un caballo de carreras, un cajón que se rompe, una muela que duele. Eres tan tu que yo dejo de ser yo.

Por una sola vez en tu vida podrías gritar y yo me sentiría feliz. Cambiar de filosofía. Estás en un estado estático y sabes que lo odio. Muévete. ¿Sabes? Yo te dije millones de veces que podrías conquistar el mundo pero voy a dejar de decirtélo. No te lo mereces. No te lo mereces en absoluto. Hoy estoy enfadada contigo.

Ni se te ocurra la estúpida idea de decir algo, porque romperé un vaso. Mezclaré todos los colores del mundo y me iré de aquí. Hoy, ahora. Me estoy alejando y te estoy viendo lejos. Pero me gusta. Me gusta sentirme libre. Y ahora me lo estoy sintiendo.

miércoles, 8 de abril de 2009

Ella pudo cambiar el mundo con solo sonreír...

... pero se puso a gritar porque era mucho más fácil.

Ella iba tan segura de sus pasos como de que ese día era martes. Debajo de su paraguas rojo todo le parecía tan seguro que ni miraba antes de cruzar la calle. Se tocaba el pelo el mundo la envidiaba porque era bonito. Tan bonito como el ángel que le dijo tu nombre. Ella era tan tremendamente descuidada pero a la vez tan tremendamente feliz que nadie iba a decirle nada... ¿cómo se le puede negar a alguien lo que le hace feliz?

Según ella, los atardeceres, eran las ideas frustradas de todos aquellos que no se atrevieron a dar la cara por lo que luchaban. Las de los que nunca rompieron las reglas. Las de los que, por miedo, nunca supieron levantarse en el momento preciso y decir "basta". Las de las que fueron cobardes, al fin y al cabo.

Y podría pasarme horas (días, hasta años) hablando de lo que le gustaba hacer y de lo que no. Le gustaba leer (deboraba los libros), escuchar música y tocar el piano, dar vueltas a una bola del mundo (le gustaría irse a cualquier destino donde su dedo hubiera caído por casualidad), ir en bicileta y encender las velas. Sonreír. Y no le gustaban los días de sol, ni Júpiter, ni las cámaras de usar y tirar. Ni el.
Y ella ahora va tan feliz de sus pasos que nunca dejaré que se detenga. Porque ella es la dueña, la reina y la conquistadora del mundo. Juraría que ahora está sonriendo porque el mundo no se ha detenido. ¡Que vivan sus sonrisas!