miércoles, 23 de junio de 2010

Dame un beso en la nariz (parte uno)

Nuestro número siempre será el 25, tenlo presente.

Estamos de cara. Me miras y me sonríes, no puedo apartar la mirada de ti. No entiendo, no llego a entender, cómo alguien puede ser tan perfecto. Acerco mi mano temblando, como si tuviera miedo de que la rechazaras. La pongo encima de tu camiseta, a la altura de tu cintura, y te acerco un poco más a mi. Nos quedamos cara a cara, y te noto más cerca de lo que estás. Respiras. Me gusta tu olor. Nos volvemos a mirar a los ojos, y me digo a mi misma que tengo delante lo más bonito que existe. Tú. El chico que me hace sonreír con solo mirarme.

La habitación es totalmente blanca y la pared tiene letras negras. Las hemos pintado media hora antes, y tus mensajes son lo más dulce que he visto en mucho tiempo.

Te sonrío. Te miro a los ojos y sonrío. Y haces lo mismo. Me gusta tu sonrisa porque es como mágica. Me gusta cómo soy cuando estoy contigo. Me gusta tenerte tan cerca y saber que puedo hacer lo que quiera contigo. Me gusta saber que no tienes miedo. Me gusta mirarte. Me gusta que estemos cara a cara. Me gustas tú. Y me gusta cómo llevas sonriendo todo este rato.

Te acerco más a mi y de repente me doy cuenta de todo lo que significa esto. De todo lo que significa que estemos tan cerca. De repente todo es muy frágil.

Vuelvo a sonreír y me acerco peligrosamente hacia ti. Ya estamos a escasos centímetros. Me pongo de puntillas y te beso en la nariz. Sonríes. Tu mano derecha es ahora la que toma la iniciativa, y se posa encima de mi cadera. Miro la mano que acabas de mover y hago lo mismo pero contigo. Así estás tan dulce que me das ganas de estar así toda la vida.

Mi mano derecha sube un poco más por tu camiseta, y la aprieto entre mis dedos a medida que me acaricias con la mano que tienes en la cadera. Levantas mi camiseta un poco, sólo un poco, lo suficiente para hacerme estremecer. Bajo la mirada para vernos desde arriba, y me das un beso dulce en la cabeza. Levanto la cara entre avergonzada y feliz, y me besas en la nariz.

Seguimos cara a cara. Juraría que el tiempo no pasa, me siento tan bien contigo a mi lado que no me importaría que los relojes se pararan justo ahora. Mi mano derecha se va a tu bolsillo; no sé exactamente la razón pero creo que ahí esta segura. Levantas tu mano izquierda y me miras, como pidiéndome permiso. Yo me río y tú lo entiendes.

Te tiembla la mano y actúas a cámara lenta. Acercas tu mano a mi mejilla y la acaricias. Pareces nervioso, pero en realidad no es así. No existen nervios para un momento como este.

Me siento la persona más feliz del mundo.

Me atrevería a decir que me encantan tus manos, y el modo de ellas de tocarme.

Seguimos mirándonos, durante todo este rato no nos hemos quitado los ojos de encima. Una vez me prometí a mi misma que el amor es lento, y eso es lo que hago. No tengo impulsos, solo quiero sentirte.

Mi mano derecha trepa por tu camiseta y llega a tu cuello. Mi dedo índice hace presión sobre tu garganta y después mi mano entera te acaricia el cuello en todas las direcciones posibles. La dejó ahí, en tu nuca. Sabes perfectamente lo que quiero hacer ahora. Lo que pensé que quería hacer la primera vez que te vi.