sábado, 30 de abril de 2011

¿Tú crees que hay algo mejor que sentirse infinito?

Bajé la mirada y me puse a pensar. Nunca creí que alguien llegaría a hacerme esa pregunta. Y entonces... apareciste. Como por arte de magia. Estabas escondido. Y juro que nunca antes había sentido a mi corazón latir tan fuerte. Cerré los ojos y por un momento tuve miedo, porque por primera vez sabía que

- Claro que hay algo mejor que sentirme infinita... hacerte sentir infinito a ti.


jueves, 7 de abril de 2011

Me dijo que debía empezar a cumplir mis sueños y después se fue. Y a veces todavía le espero.



Sobretodo porque una vez me dijo que no importaba lo lejos que estuviéramos, porque siempre estaríamos debajo del mismo cielo. Me lo creí, por lo menos durante un tiempo. Y después las cosas se complicaron, porque yo veía que iba cumpliendo mis sueños pero que él no estaba a mi lado, y eso significaba que una parte de mi se había ido con el que meses atrás había sido mi sonrisa favorita. Y por eso a veces tenía miedo de mirar a los ojos de la gente, porque temía encontrar esos ojos de gato en la cara de alguien más, y el problema sería entonces, porque no sería él a quien estaría mirando. Porque me aterraba la idea de imaginar que hubiera alguien más que, después de todo, pudiera volver a hacerme sonreír con la misma intensidad (o más) sin ni siquiera quererlo. Y por eso cuando andaba por la calle procuraba evitar cualquier contacto visual y me centraba en el suelo. Cuando iba por la calle me encantaba mirar al suelo porque ya nadie lo hace, y a veces te encuentras cosas que ni esperas. Y un día, después de muchos meses, levanté la mirada y encontré unos ojos de gatos idénticos. No eran los suyos ni mucho menos: eran mejores. Estaban llenos de ilusión, y aunque apenas pude aguantar la mirada supe que el destino, o las casualidades, los habían puesto ahí. Y por una vez me dije a mi misma que cuando el universo conspira para que consigas algo, debes aprovecharlo. Y verle sonreír es encantador.

(horas y horas y no me canso de ti)