domingo, 29 de abril de 2012

desde tu cama la luna está más cerca que desde la mía


porque creo que no pretendo buscar nada más, porque esto empieza y termina contigo y no puedo imaginarme que las cosas sean de otra manera. apareces con esa sonrisa y qué más da, todo es lluvia. y me tocas con tus dedos y el mundo se detiene, y es un poco menos terrible. y me da igual ahora escuchar ruidos que antes se hacían casi insoportables porque tú estás, y para mí es suficiente. porque nos metemos en el coche y las líneas del suelo se quedan siempre atrás. y nos detenemos en medio del camino para abrazarnos. y me tumbo en un banco sobre tus piernas. y te miro conducir y me muero en el asiento del copiloto. y me abrazas por detrás. y miramos llover desde el balcón. nos acercamos al mismo sitio de febrero. tardamos años en salir de la cama. me harto de pedirte cinco minutos más. te miro. me jodes los planes cada vez que quiero apretar el botón del cuarto en el ascensor. fumas delante de mí. cambias de disco cada vez que te subes al coche. y me pones entre ti y la guitarra. y, sobretodo, me dices que vas a echar de menos mi risa.

creo que el amor es eso.
cuando alguien
ama de ti
lo que tú odias de ti.

martes, 10 de abril de 2012

te voy a escribir y te voy a leer; y vamos a crear incendios.


Que le habían dicho que las cosas funcionaban sólo si las hacía con amor y vivió así su vida; escribía por las noches antes de irse a dormir y por la mañana lo volvía a leer porque no se fiaba de las palabras que habían salido de sus dedos. Miraba por todas las ventanas porque entonces se creía un poco pájaro, y entonces tenía incluso más ganas de volar que cuando estaba en un aeropuerto. Y sonreía a todo el mundo, porque una vez creyó que si todo el mundo hacía lo mismo, el movimiento de las personas giraría siempre hacia el mismo lado. Y vivía su vida para encontrar magia, y toda la que iba encontrando la iba guardando de manera que podía dársela a la gente con quien compartía su vida. Muchas veces se preguntaba si algún día sería capaz, y tras muchos meses de decirse que no, al final se convenció y lo hizo. Hay veces en las que, por mucho que haya miedo, saltamos al vacío y nos dejamos acariciar por el aire. Y ojalá fuera siempre así.